domingo, 28 de junio de 2020

El polvo que no es

Contengo los orgasmos en latidos lentos y cortos mientras mi respiración se vuelve irregular.
Deseo que me jale el pelo y me bese, profundo, que me bese el alma hasta sacarla de mi cuerpo.
Me pierdo en su voz y me imagino algo exitante...
Cierro los ojos y me voy. 
Me voy a su cuerpo un rato, un ratito nomás.
Lo siento en el momento más exitante, cómo si fuera parte de mi cuerpo.
Nos hacemos uno, hasta explotar.
Acabamos juntos pero no lo sabe.
Abro los ojos y sigue hablando, piensa que me colgué y le digo que sí.
Retomamos la conversación, jugamos con la tensión sexual de la charla, nos contenemos zarpado y nos vimos.
Nos vimos otro día, para contenernos de nuevo.