viernes, 28 de abril de 2017

Rincón de luz.

Rincón de pasión y de soledad, ahora que pienso mas claramente,  aunque me invadan las dudas de promesa formales, contemplo lo lindo de regalarme tiempo y el silencio de la casa vacía. No me quisiera de otra manera, me basta con sentir el televisor prendido y el calefactor en tres. Aveces del alma me brotan algunas pequeñas nostalgias de compañías que ya no lo son, de gente que ya no veo, y que, ni siquiera se si sus sueños siguen siendo los mismos. Al fin y al cabo, todos somos efímeros.
Me siento llena de un potencial liquido que se me escurre entre las manos, y me mancha los pies. Potencia para correr, para caminar, para seguir adelante.
En un rato viajo, y mientras tanto trato de dejar la casa ordenada, limpia, en su soledad brillante.
Muchas veces intento reconsiderar el hecho de rehacer mi vida en otra parte del mundo, de escaparme de este clima tenso e inventar uno propio, pero el presente me lo impide, y el futuro es escurridizo y juguetón.
Quisiera entenderme sin fragmentarme, ya no me reflejo en nadie porque entendí que soy única, que soy simplemente una búsqueda del tesoro. Un tesoro visible, de emociones oscuras y poder inocente. Quisiera poder hacer el amor todas las noches para no llenar de las mismas nostalgias mis canciones y también quisiera contemplar lo lindo de estar sola después de acabar, tomar un café y proseguir con mis lecturas.
Rincón de pasión y locura, donde escribo es como estar enamorada, quisiera inventar en este mismo momento un personaje de novela que se haga realidad, que toque el timbre y me pida azúcar, pan o  mi numero de teléfono aunque no utilice whatsapp.
Rincón de seducción también invento nuevos chamullos, y de luz, porque me aconsejo en silencio después de fragmentar a mi ego y mi piedad, en la soledad divina de una casa vacía con recuerdos felices y rotos.

viernes, 21 de abril de 2017

LLuvia traicionera.

Me levanto con un beso y me muero en un orgasmo.
Tu recuerdo rima, por eso me gusta tanto. 
Cada tanto corro con la punta del pie las cortinas de la pieza desde la cama, esperando que llueva, para que te acuerdes de mi. Porque sabes que son mi días favoritos, y porque sé, que si llueve y hay chocolatada  de seguro estas mirando dibujitos. Como lo hacíamos. Estas predestinado a pensarme, a extrañar mi calor en los días de invierno, a sentir la lluvia conmigo.
Estos días nublados me trajeron muchos recuerdos, pero el viento no te trae. Estas cerca, pero no es el momento, ni antes ni ahora. Pero se que después nos vamos a casar, vamos vivir en una casa minimalista y vintage, con una habitación cada uno, y con una bañera grandota. Y quien sabe, con una pecera en el suelo.
Quiero que sepas, que aunque jamas leas estas cursilerias ni sepas de este sitio escondido y recóndito, te espero para siempre, o hasta que amanezca en un orgasmo distinto que me saque las vendas. Las vendas que me regalaste. Las vendas que no me quiero quitar porque te siento cerca, porque me ayudan a entenderte, a verte, a aconsejarte en silencio por tu bien, porque me hace bien, pero quisiera verte. Quisiera correr las cortinas con el pie y que en vez de tu nombre empañado el vidrio, este tu mano, del otro lado, con ganas de para siempre. Con las eternas ganas de levantarnos con un beso y morir en un orgasmo. Todas las noches, antes de soñar la casita.

miércoles, 19 de abril de 2017

El taller de Andrea.

Y cuando pensé que no podía concebir la paz empece a pedalear fuerte, con el ceño fruncido y la espalda encorvada como un boomerang. Me detuve en el primer semáforo en rojo, puteando mientras miraba el reloj del canasto. Fue el semáforo en rojo mas largo de mi vida. Fue inevitable la espera.
Una vez que llegue a destino me desencontre y volví pedaleando mas fuerte, mas enojada.
Casi llegando, veo de a matad de cuadra que el semáforo que me había demorado estaba en rojo. Puteaba mas fuerte, los conductores subían las ventanillas "con carpa", por miedo a que les bata alguna. A que les cante la posta.

Resignada con el semáforo en rojo, respiro mas hondo que cuando me enamoro y me destensiono el cuerpo, y también los pensamientos. Me tomo el atrevimiento de ver hacia los costados para ver  si alguien se rescata de mis caras de boluda, pero no hay monos al acecho. Así que solo observo el panorama esperando que me regale alguna enseñanza. Y de hecho lo hizo. Se abrieron las puertas de un porton gris y me atreví a mirar dentro. Me dejo impactada, parecía el taller de Andrea. Me llene de  tantos recuerdos que los autos ya habían acatado la orden de la luz verde y yo seguía ahí. Acto seguido empece a pedalear, y a recordar, pero esta vez, con mucha paz. Tanta paz que podía contemplar el ruidito insoportable de la cadena.

El taller de Andrea, o mejor, el taller del papa de Andrea, era un taller de bicis. Ahí nos escondíamos del mundo y disfrazábamos el lugar con la aventura del día. Cada tanto había chispitas de fuego de alguna maquina del padre. Recuerdo que todo era oscuro y en el medio tambaleaba una lamparita  amarilla que le daba un toque tenebroso, era como un túnel. Un túnel que en el fondo tenia una luz y la luz era la casita de Andrea. El lugar estaba cubierto de polvo y esqueletos de bicicletas, había olor a goma y hierro oxidado, el cemento era irregular y tenia manchas de aceite, también habia una maquina grandota que despedía "aire comprimido".

Era el lugar perfecto para jugar a las escondidas, para vacilar descalzas, para patinar, hasta incluso para jugar a los novios. Ustedes se preguntaran como un pseudo desarmadero lleno de polvo me hacia tan feliz.. Y no sabría porque historia empezar, solo se que ahí no existía afuera, y que allí adentro el tiempo pasaba rápido.

Aveces sueño con tocar el portón de Andrea, recorrer el túnel hasta el final y sentarme bajo el limonero esperando que termine de bañarse, para ensuciarnos de nuevo, con herramientas y bujías.
Para preparar nuestras bicis y salir a conquistar Regimiento 11 antes de las 8.
Para olvidarnos del mundo, y perdernos entre los esqueletos de hierro que alguna vez usaron los vecinos del barrio.


martes, 18 de abril de 2017

Pijamas del exito.

Tenia todo asegurado, o tal vez eso me hicieron creer. Decidí ser la oveja negra de la familia, aunque ya todos lo sabían. No se de que va este camino, supongo que es como entregarme desnuda a la incertidumbre. Espero que sea cálido.

Hoy deje algunas prendas que había usado en el dia sobre el suelo y me recosté sobre ellas, desnuda. Me pareció muy de película encontrarme en esa tajada, miraba algunas manchas de humedad en el techo para darme calidad de reflexión.
Fue el momento mas importante de mi vida cuando al observar la mancha negra del techo en forma de teta, grite como una loca. SI!!. Ahi decidí triunfar o morir.

No tengo un estilo definido en cuanto al vestuario, la verdad es que no se como se combinan. Hoy por la mañana compañera me tiro la de "Me encanta como te vestís siempre, onda, me chupa todo un huevo". Si supiera que toda mi infancia lleve prendas usadas, de ferias y hasta algunas con olor a viejo impregnado cambiaría de opinión. Nunca tuve la intención de vestirme así.

Cuando llegaba de algunos cumpleaños solía desnudarme frente al espejo ancho que tenia mi abuela. El espejo sostenia una foto de Sandro con una flor en las bolas, pero les juro que la mayor parte del tiempo lo ignoraba por rutina. Me desnudaba y dejaba mis prendas en el suelo,  me recostaba sobre las poleras gruesas de mi prima en invierno mientras estaba decidida a algún día explotar una tarjeta de crédito con mi nombre y comprarme ropas y zapatos. Tenia la intención de vestirme cual mujer con éxito.

Con los años, pude tener mi propia ropa, admito que es igual de dificil combinarla, cuando tenes la pollerita no tenes la remetita y cuando tenes la remerita te hace falta un jeans del mismo tono. A la mierda todo, volvi a desnudarme, a recostarme sobre telas de modal con etiquetas baratas
 y salia del cuarto con las calzas negras de siempre y una remera que de ves en cuando usaba de pijama y vaya a saber a que ropero pertenecía hace diez años.

Por muchos años creí que tener ropa nueva y linda me haría sentir mejor, pero cuando la tuve, me extrañaba, me sentía ajena. Pase toda esta aventura meditando con las manchas de humedad y las rajaduras de pintura, benditos mensajes del oráculo. A veces me da tristeza escuchar a las que antes eran mis amigas "No tener nada nuevo para el baile del sábado". Y pese a haber terminado la secundaria hace dos años (aprox) no es casual que escriba usando la campera polar verde que mi prima uso para su secundario y que me dejo ami como legado estudiantil para abaratar los bolsillos de mi viejo.
Me abarato la vida y las decisiones,

Usar ropa usada, me dio libertad. Toda mi vida soñe con llenar el ropero, postergando decisiones en cada etiqueta de oferta y olvide llenarme. Olvide quererme también. Olvide aceptarme, con todo lo que abarco como mundo. Usar ropa usada toda mi vida me hizo sentir diferente, diferente mal y diferente bien, como una oveja negra. Hoy esta oveja de ropas usadas entendió que sin querer siempre vistió de éxito. El éxito es producto de alguna decisión y sin decidir que ponerme decidí triunfar o morir.

miércoles, 12 de abril de 2017

En la casa de Noma.

Les mentiria si les dijera que aca no me siento comoda.
 Es raro conectar con espacios ajenos de esta manera, con gente que siempre estuvo lejana, pero estaba cerca.
 El teclado no ayuda pero me siento inspirada.
Hay un hueco en mi corazón y me confunde con lo que les voy a contarles, pero nada es un impedimento.

Creo que mis mejores narraciones no las conozco. Esto es solo el procedimiento, se pulen con las experiencias que descubro.
 Mi felicidad es una brújula constante, y se, que se encarga de armonizarme,
entre lo que quiero ser dentro de esta pecera y lo que quiero ser para el universo.
 Dos visiones distintas,  pero el mismo experimento.
Al fin  y al cabo mi escritura es para pocos, pero se que cuando muera serán muchos, hablo de una evolución constante.
 La tecnología hizo que volvamos al principio, y a darnos cuenta que hay gente peculiar dormida, a la que debemos despertar.
Para contarles la verdad, la verdad de la simpleza. Lo simple de la verdad.

Desde chica le decía a mi madre que yo sabia la verdad, y en el fondo sabia, que no sabia con exactitud de lo que hablaba,
 como si mi alma  inexperto tuviera manchas de experiencias de otro envase, lejano, hasta el infinito.
 Nunca creí que llegaría a la verdad tan rápido, sabia que era diferente, las situaciones hablaban por mi.
 Sola, en el aula sola. Sola, escribiendo sola, haciendo música sola, llorando y riendo sola,
observando, analizando, creyendo, errando, y creyendo de nuevo, que esta es una oportunidad divina y que no me la dio solo mama,
 Sino que tal vez se la dio mi alma, tal vez me la di yo, porque yo elegi seguir el experimento que oculta este alma inquieta,
 con tierra y descalza, con  valentía y cobardía, con miedo  y fortaleza.