martes, 18 de abril de 2017

Pijamas del exito.

Tenia todo asegurado, o tal vez eso me hicieron creer. Decidí ser la oveja negra de la familia, aunque ya todos lo sabían. No se de que va este camino, supongo que es como entregarme desnuda a la incertidumbre. Espero que sea cálido.

Hoy deje algunas prendas que había usado en el dia sobre el suelo y me recosté sobre ellas, desnuda. Me pareció muy de película encontrarme en esa tajada, miraba algunas manchas de humedad en el techo para darme calidad de reflexión.
Fue el momento mas importante de mi vida cuando al observar la mancha negra del techo en forma de teta, grite como una loca. SI!!. Ahi decidí triunfar o morir.

No tengo un estilo definido en cuanto al vestuario, la verdad es que no se como se combinan. Hoy por la mañana compañera me tiro la de "Me encanta como te vestís siempre, onda, me chupa todo un huevo". Si supiera que toda mi infancia lleve prendas usadas, de ferias y hasta algunas con olor a viejo impregnado cambiaría de opinión. Nunca tuve la intención de vestirme así.

Cuando llegaba de algunos cumpleaños solía desnudarme frente al espejo ancho que tenia mi abuela. El espejo sostenia una foto de Sandro con una flor en las bolas, pero les juro que la mayor parte del tiempo lo ignoraba por rutina. Me desnudaba y dejaba mis prendas en el suelo,  me recostaba sobre las poleras gruesas de mi prima en invierno mientras estaba decidida a algún día explotar una tarjeta de crédito con mi nombre y comprarme ropas y zapatos. Tenia la intención de vestirme cual mujer con éxito.

Con los años, pude tener mi propia ropa, admito que es igual de dificil combinarla, cuando tenes la pollerita no tenes la remetita y cuando tenes la remerita te hace falta un jeans del mismo tono. A la mierda todo, volvi a desnudarme, a recostarme sobre telas de modal con etiquetas baratas
 y salia del cuarto con las calzas negras de siempre y una remera que de ves en cuando usaba de pijama y vaya a saber a que ropero pertenecía hace diez años.

Por muchos años creí que tener ropa nueva y linda me haría sentir mejor, pero cuando la tuve, me extrañaba, me sentía ajena. Pase toda esta aventura meditando con las manchas de humedad y las rajaduras de pintura, benditos mensajes del oráculo. A veces me da tristeza escuchar a las que antes eran mis amigas "No tener nada nuevo para el baile del sábado". Y pese a haber terminado la secundaria hace dos años (aprox) no es casual que escriba usando la campera polar verde que mi prima uso para su secundario y que me dejo ami como legado estudiantil para abaratar los bolsillos de mi viejo.
Me abarato la vida y las decisiones,

Usar ropa usada, me dio libertad. Toda mi vida soñe con llenar el ropero, postergando decisiones en cada etiqueta de oferta y olvide llenarme. Olvide quererme también. Olvide aceptarme, con todo lo que abarco como mundo. Usar ropa usada toda mi vida me hizo sentir diferente, diferente mal y diferente bien, como una oveja negra. Hoy esta oveja de ropas usadas entendió que sin querer siempre vistió de éxito. El éxito es producto de alguna decisión y sin decidir que ponerme decidí triunfar o morir.

3 comentarios:

  1. Son las 6:39 am. Hay que levantarse para ir a trabajar, como todos los días. Luego de leer el blog de mi amiga, que con tanto amor construyó, pienso en alguna palabra poética: ropa, vestimenta, atuendo, prenda de vestir. Ninguna tiene ese lindo sonido de mar, esos colores de cielo, ese olor a lluvia. Ninguna tiene alas de libertad. Todas suenan a disfraz, a responsabilidad, a contractura, a cadenas. La piel y nuestro ser interior son nuestras más preciadas telas para protegernos de un exterior hostil que intenta seducirnos con disfraces que nos otorguen seguridad e independencia. Pero todo lo tenemos aquí, en nuestro corazón y gratis.
    Lo demás son algunas reglas que hay que seguir para vivir en sociedad. Sólo eso.

    Romina L.

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