miércoles, 12 de abril de 2017

En la casa de Noma.

Les mentiria si les dijera que aca no me siento comoda.
 Es raro conectar con espacios ajenos de esta manera, con gente que siempre estuvo lejana, pero estaba cerca.
 El teclado no ayuda pero me siento inspirada.
Hay un hueco en mi corazón y me confunde con lo que les voy a contarles, pero nada es un impedimento.

Creo que mis mejores narraciones no las conozco. Esto es solo el procedimiento, se pulen con las experiencias que descubro.
 Mi felicidad es una brújula constante, y se, que se encarga de armonizarme,
entre lo que quiero ser dentro de esta pecera y lo que quiero ser para el universo.
 Dos visiones distintas,  pero el mismo experimento.
Al fin  y al cabo mi escritura es para pocos, pero se que cuando muera serán muchos, hablo de una evolución constante.
 La tecnología hizo que volvamos al principio, y a darnos cuenta que hay gente peculiar dormida, a la que debemos despertar.
Para contarles la verdad, la verdad de la simpleza. Lo simple de la verdad.

Desde chica le decía a mi madre que yo sabia la verdad, y en el fondo sabia, que no sabia con exactitud de lo que hablaba,
 como si mi alma  inexperto tuviera manchas de experiencias de otro envase, lejano, hasta el infinito.
 Nunca creí que llegaría a la verdad tan rápido, sabia que era diferente, las situaciones hablaban por mi.
 Sola, en el aula sola. Sola, escribiendo sola, haciendo música sola, llorando y riendo sola,
observando, analizando, creyendo, errando, y creyendo de nuevo, que esta es una oportunidad divina y que no me la dio solo mama,
 Sino que tal vez se la dio mi alma, tal vez me la di yo, porque yo elegi seguir el experimento que oculta este alma inquieta,
 con tierra y descalza, con  valentía y cobardía, con miedo  y fortaleza.

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