Con tantos miedos acumulados que no puedo describir, me hizo bien dejar atrás personas de las que me costaba despegarme, porque ya eran rutina.
Descubrí hoy que las respuestas a mis miedos ya las había escrito en este mismo Blog hace algunos años atrás, cuando tenia muy en claro que por sobre todas las cosas, siempre fui una escritora especial, con búsquedas internas y con ello algunos problemas de integración.
Miro hacia atrás y siempre fui la misma, la misma loca. Aprendí que uno puede cambiar pero no escapar de su esencia humana, esa esencia que nos hace tener ciertas habilidades y no otras, ciertos miedos y no otros.
También los sueños cambian (hablando en sentido abstracto pero material); y jugar con las posibilidades es desafiar a la templanza, lo que no cambian son los disparadores que nos llevan a lo mismo. En mi caso son escenarios parecidos a los de mis sueños y en este caso hablo en sentido abstracto pero fantasioso. Son esos sueños de los que me levanto confundida, son esas sombras que veo despierta pero que en el sueño tienen rasgos definidos, son esos rasgos que voy reclutando en el colectivo por el solo hecho de concebir la vida y la muerte como me gustaría concebir el bien y el mal. Como un todo.
La religión me protege, pero soy mas agradecida con la vida, aunque cruzo el puente de mi barrio a la madrugada rezando mil padres nuestros, hasta que la conciencia se queda sin silaba, solo por el hecho de que temo no abrazar mas a mi familia.
Descubrí que ya no le temo a la muerte, y cada vez que me replanteo cuestiones sobre ella mas entiendo la inmortalidad de las obras de arte o los grandes próceres, (Quisiera ser un cuarto de ellos). A lo que le temo es a ser parte de lo que esta ante nuestros ojos. No hablo de la gente, hablo de que no quiero vivir después de muerta en la tierra de las sombras.
La gente es otro tema, odio que vivan como si fuesen inmortales, desafían al universo estudiando hasta los 25 y trabajando 30 años mas, de seguro esa es la clase de gente que después de muerta se hace visible cuando las luces son tenues, o andan jodiendo los electrodomésticos y apagando los televisores mientras nos escondemos bajo las sabanas.
Quiero ser conciencia, quiero creer que mi alma siempre sera mía y no esclava de mis miedos, ni del sistema, ni de esa maldita conexión bizarra que hago entre mi vida y lo que sueño.
Soñar despierta es proyectarme. Soñar dormida es poner en peligro lo que proyecto.
Soñar en blanco es lo mejor que le puede pasar a la muerte.
El mundo de las sombras, quiero creer, que solo esta hecho (para mi suerte) para los que vivieron dormidos toda su vida. En mi teoría las sombras son lo incierto de lo que ya esta escrito, el miedo de los vivos, el destino de los dormidos, o de los que creen que la justicia no prescribe.
Descubrí hoy que las respuestas a mis miedos ya las había escrito en este mismo Blog hace algunos años atrás, cuando tenia muy en claro que por sobre todas las cosas, siempre fui una escritora especial, con búsquedas internas y con ello algunos problemas de integración.
Miro hacia atrás y siempre fui la misma, la misma loca. Aprendí que uno puede cambiar pero no escapar de su esencia humana, esa esencia que nos hace tener ciertas habilidades y no otras, ciertos miedos y no otros.
También los sueños cambian (hablando en sentido abstracto pero material); y jugar con las posibilidades es desafiar a la templanza, lo que no cambian son los disparadores que nos llevan a lo mismo. En mi caso son escenarios parecidos a los de mis sueños y en este caso hablo en sentido abstracto pero fantasioso. Son esos sueños de los que me levanto confundida, son esas sombras que veo despierta pero que en el sueño tienen rasgos definidos, son esos rasgos que voy reclutando en el colectivo por el solo hecho de concebir la vida y la muerte como me gustaría concebir el bien y el mal. Como un todo.
La religión me protege, pero soy mas agradecida con la vida, aunque cruzo el puente de mi barrio a la madrugada rezando mil padres nuestros, hasta que la conciencia se queda sin silaba, solo por el hecho de que temo no abrazar mas a mi familia.
Descubrí que ya no le temo a la muerte, y cada vez que me replanteo cuestiones sobre ella mas entiendo la inmortalidad de las obras de arte o los grandes próceres, (Quisiera ser un cuarto de ellos). A lo que le temo es a ser parte de lo que esta ante nuestros ojos. No hablo de la gente, hablo de que no quiero vivir después de muerta en la tierra de las sombras.
La gente es otro tema, odio que vivan como si fuesen inmortales, desafían al universo estudiando hasta los 25 y trabajando 30 años mas, de seguro esa es la clase de gente que después de muerta se hace visible cuando las luces son tenues, o andan jodiendo los electrodomésticos y apagando los televisores mientras nos escondemos bajo las sabanas.
Quiero ser conciencia, quiero creer que mi alma siempre sera mía y no esclava de mis miedos, ni del sistema, ni de esa maldita conexión bizarra que hago entre mi vida y lo que sueño.
Soñar despierta es proyectarme. Soñar dormida es poner en peligro lo que proyecto.
Soñar en blanco es lo mejor que le puede pasar a la muerte.
El mundo de las sombras, quiero creer, que solo esta hecho (para mi suerte) para los que vivieron dormidos toda su vida. En mi teoría las sombras son lo incierto de lo que ya esta escrito, el miedo de los vivos, el destino de los dormidos, o de los que creen que la justicia no prescribe.
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