Hoy, Un sábado, después de tantos perdidos en la realidad, decido volcarme un poco en la ficción y remediar mi desconsuelo con un poco de literatura. En estos últimos días de reflexión encontré muy inspirador el tema de la distancia. No distancia literal. Sino una distancia interna, entre mi cuerpo y mi ser. Una lejanía desconcertante que a la vez me aleja de todos, de los que están cerca y de los que no, también.
Una lejanía basada en inseguridad. Prefiero callar y relatar la vida en mi mente, Me consuela mi ficción, mi refugio es la relexión que nunca le encuentro a mi silencio. No hay, por que tengo argumentos para callar.
Hablando de lejania. les dejo un mini relato de mi autoría que concursa en un evento juvenil de Lieratura.
- Un día mientras los rayos del lúteo sol iliminaban mi rostro semi dormido y cuando todavía hacia fiaca en el sillón sentí algo extraño, como si el mundo se hubiera detenido por completo. Instintivamente supuse que el hormigueo que sentía en el estomago era hambre, que ese silencio y sensación rara de vació eran efectos secundarios de una noche de lejanía profunda y reflexión. Mientras preparaba el desayuno miraba la hora. No corría pero seguramente el reloj se habría quedado sin batería, Pensaba en el gran día el encuentro tan esperado tras tantas horas de mensajes impacientes. Tocaron el timbre. Abrí la puerta. Y estaba el. Tan esbelto y singular, tan genuino como palabras sinceras de alguien enamorado. Debo admitir que fue raro. Tenia una voz de fumador y una sonrisa resplandeciente. Ese alba fue casi perfecto. En la cocina había torta de chocolate. Todavía no entiendo como hizo para aparecerse ahi. Era tan perfecto que dudaba de que fuera real. Por intuición adolescente, desconfió de realidades placenteras y de la espontaneidad magnifica de algunos momentos. Para mi suerte o mi desgracia entro. Cerré la puerta. Compartimos un rico desayuno y el reloj seguí parado. Su mirada me trasportaba a días pasados, a una vida que tal vez nunca viví pero que soñé vivirla. Me imaginaba ami corriendo bajo la lluvia, cubierta de barro, como si la vida no tuviera otro fin que el de ser feliz. En ese momento me deje llevar por el silencio mutuo, Y preferí romperlo con un abrazo. En ese momento mi rostro afloraba una gran sonrisa pero en realidad desconfiaba. Cuando nuestros cuerpos iban haciendo contacto su figura iba desapareciendo y el reloj empezaba a correr. Desaparecía como desaparecen las cosas que nunca encuentro. Pero que mi mama si. Como desaparece el sentimiento de confianza tras una gran decepción. Fue desgarrador.
Justo en ese momento. Los rayos del sol iluminaban mi cara y desperté con varias lagrimas de desconsuelo. El reloj chillaba como siempre. Me senté en el sillón y empece a ver todo detenidamente, definitivamente había sido muy real. Me dio bronca e impotencia, Ganas de nunca verlo. Pero prefiero mil veces el dolor de verlo partir antes que nunca haber tenido el privilegio de haberlo conocido en sueño. En ese momento el reloj se detuvo, sonó el timbre y apareció la torta sobre la mesa.
Seguire soñando?
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