Esa mañana, a la lágrima le faltaba azúcar.
No había dormido tratando de terminar las ultimas lineas de mi cuento. Porque hasta no terminar mis lineas nunca descanso, es que ..claro, la pena no se desahoga por completo hasta no terminar de escribir otra historia más, en la que el personaje es una paradoja con mi personalidad, o hace las cosas que debí hacer, estoy en lo cierto si digo que mi literatura es la otra dimensión de mi vida, la que me gustaría, o tal vez no, Las cosas, efectivamente siempre pueden ser peor, aveces solo me quiero poner a prueba... Y como de cada pena nace una inspiración, la misma, es como una anestesia a mi angustia, a mi egocentrismo y a la vez bajo autoestima, me hace sentir calmada, al saber que soy buena, por lo menos en algo.
Es la primera vez que escribo inspirada en nada, antes de escribir lo pensé dos veces. Esta es la tercera vez que borro y ya desgaste mi borrador. Es la cuarta vez que escribo algo que no sé como expresar y es la quinta copa que me acompaña, Son las seis de la mañana y es la séptima vez que me levanto al baño cepillar mi cabello, son 8 los segundos que me toma acabarme el vino, 9 minutos despúes me llega la inspiracíon, 10 horas después, un nuevo libro a la colección y 11 días despúes lo quemo porque me parece poco interesante.
Y así en un año hay 100 libros que nadie lee, en los que pierdo la cordura y trasciendo los limetes de la realidad, del sexo, la vida y de lo paranormal.
Prefiero estar relatando algo que no sé, a hacer mi trabajo y planchar la pila de ropa que me mira con relecelo.
Si hablo de mi vida no sé de cual, al fin y al cabo a nadie le interesa saber de mis 100 vidas.
Enciendo el grabador rojo, enciendo 16 sahumerios uno de cada aroma y medito en el centro rodeada de un círculo de sal para protejerme de las malas energias y me centro en atraer lúz a mi cuerpo, un orgasmo natural recorre mi vientre y mi pulso se torna desprolijo. Y reencarno en una de mis cien vidas. Al azhar exactamente en la número 1, cuando empezó todo. Cuando sentí el amor por primera vez y cuando sentí mi primera impotencía. El primer libro que quemé y del cual me sé de memoria linea por linea. Acto por acto y capítulo por capítulo. Veamos.
Fina me llaman algunos, aunque lo odio ya que viene de mi nombre, Josefina, y de fina y coqueta no tengo nada.
La penumbra de la arboleda esa noche me contenía, ( abstenia la impotencia de quemar dos lineas sin antes terminar el libro) La desolación de no encontrarme con el karma y la soledad de los viejos cuando se acaba todo. Pero TODO, recíen comenzaba. Fue la primera impotencia, la que nacío la inspiracíon ,de la que " doce meses más tarde me haría la escritora más rica y famosa del mundo". (Véase libro 100)
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No había dormido tratando de terminar las ultimas lineas de mi cuento. Porque hasta no terminar mis lineas nunca descanso, es que ..claro, la pena no se desahoga por completo hasta no terminar de escribir otra historia más, en la que el personaje es una paradoja con mi personalidad, o hace las cosas que debí hacer, estoy en lo cierto si digo que mi literatura es la otra dimensión de mi vida, la que me gustaría, o tal vez no, Las cosas, efectivamente siempre pueden ser peor, aveces solo me quiero poner a prueba... Y como de cada pena nace una inspiración, la misma, es como una anestesia a mi angustia, a mi egocentrismo y a la vez bajo autoestima, me hace sentir calmada, al saber que soy buena, por lo menos en algo.
Es la primera vez que escribo inspirada en nada, antes de escribir lo pensé dos veces. Esta es la tercera vez que borro y ya desgaste mi borrador. Es la cuarta vez que escribo algo que no sé como expresar y es la quinta copa que me acompaña, Son las seis de la mañana y es la séptima vez que me levanto al baño cepillar mi cabello, son 8 los segundos que me toma acabarme el vino, 9 minutos despúes me llega la inspiracíon, 10 horas después, un nuevo libro a la colección y 11 días despúes lo quemo porque me parece poco interesante.
Y así en un año hay 100 libros que nadie lee, en los que pierdo la cordura y trasciendo los limetes de la realidad, del sexo, la vida y de lo paranormal.
Prefiero estar relatando algo que no sé, a hacer mi trabajo y planchar la pila de ropa que me mira con relecelo.
Si hablo de mi vida no sé de cual, al fin y al cabo a nadie le interesa saber de mis 100 vidas.
Enciendo el grabador rojo, enciendo 16 sahumerios uno de cada aroma y medito en el centro rodeada de un círculo de sal para protejerme de las malas energias y me centro en atraer lúz a mi cuerpo, un orgasmo natural recorre mi vientre y mi pulso se torna desprolijo. Y reencarno en una de mis cien vidas. Al azhar exactamente en la número 1, cuando empezó todo. Cuando sentí el amor por primera vez y cuando sentí mi primera impotencía. El primer libro que quemé y del cual me sé de memoria linea por linea. Acto por acto y capítulo por capítulo. Veamos.
Fina me llaman algunos, aunque lo odio ya que viene de mi nombre, Josefina, y de fina y coqueta no tengo nada.
La penumbra de la arboleda esa noche me contenía, ( abstenia la impotencia de quemar dos lineas sin antes terminar el libro) La desolación de no encontrarme con el karma y la soledad de los viejos cuando se acaba todo. Pero TODO, recíen comenzaba. Fue la primera impotencia, la que nacío la inspiracíon ,de la que " doce meses más tarde me haría la escritora más rica y famosa del mundo". (Véase libro 100)
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Un corazón roto fue el impulso a convertirme en un hielo caminante, sin expresíon y con rencor a la vida. Época de amores dificiles, noches fáciles, hombres rebeldes, sueños inalcanzables e invisibles y desorientación absoluta, Una adolescencia en la que perdí con los dados. Pero podría haber ganado con la cabeza.
Tristeza de tardes en las que el agua y el cigarro eran complices de mi anorexia y los pasteles placenteros cada media hora que saludaba con felicidad su despedida, colaboraba con bulimia. Una felicidad plena al soñarme princesa y un desesperante encarcelamiento al levantarme.
Me siento cansasa- decía cuando estaba triste. Enviste el reflejo dignidad desabrida y el consuelo matutino del "Va a estar todo mejor" Entrelineo mensajes subliminale para convencerme de que iré al infierno por ser tan histerica y tan desamorada con las personas. Me conenso de que es cierto, castigandome al borrar mis mejores poesías y haciendome recordarlas sílaba por silaba. Me estremesco al saber que tengo buena memoria.
Finjo unas sonrisa que fijé con spray y la encancho con invisibles. Me ahogo al respirar oxigeno y me refugio en el humo de quemar mis primeras fotos con alguien que hoy desconozco. En realidad no sé por que lo hago. Me hace sentir supremacía el poder desaserme de recuerdos gracias al fuego. Cenizas que se percatan de mis pulmones deciden partir con el viento, tal vez con arrogancia de mi perfume esperanzador.
Solemne sonido que irrita mi paciencia, un grito de auxilio que menosprecia mi presencia. Si la que grita es mi conciencia, que no quiere perderse en la fé errata de manipular su propia indiferencia
Y a cada linea le dejo mi alma, paz con celos no es una buena mezcla, pero sigo la ley de una vida sana y si la cumplo de punta a pie hace que mi celo decrezca. Merezco la muerte dice ese vaso de cerveza el comienzo de una saga de 100 libros en vano. Carezco de suerte dice mi cabeza, leopardo tallado en lienzo la textura que perciben mis manos. Discordia rutinaria y un pecado capital, pereza de perras que nunca se retractan, no es que sea santa, bomito latados de vida extraordinaria que no supe valorar, Que a mi sangre la maltrata y de a a poco la mata consumiendole el bienestar. No se trata de ser o no ser, de estar o no estar, se trata de crecer con la tinta en la llemas y aprender a dibujar. Una vida paralela con letras entendibles. Un sol futuro que apacigue la lluvia. Para muchos frases invisibles, que al repensarlas a algunos disgusta. Joséfina que de fina no tiene nada. Enciendo las ramas para quemar mis mejores escritos. Castigo del convicto esperanzado pero tristemente
Nunca saldrá.
Como la magia que llevo en mi tacto, caricia ficticia que leo y relato. Abanico y arma, de las balas nunca me percato. Pero que nadie aprecia por eso las remarco.En cada libro vuelvo a renacer, citando la mejor rima que me complace, Se pierden en el efecto de la nafta y el fuego. Pero no hay memoria capaz de vencer, si para una escritora eso es deafío del que se alimenta su ego e instinto.
(Véase libro 2)
13 de semptiembre de 1778 Citas de la primera página, de mi paradoja. Y que las cenizas, en paz descansen
No hay escritor que por ego no se inspire. No tengo ego.
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