viernes, 28 de marzo de 2014

La espera.

Espere tanto tiempo, que ya no se que espero. Sigo esperando en la parada, porque sé que lo que esperaba, valía la pena. De tanto esperar, no quiero hacerlo, pero juro que nunca me voy a cansar de esperar. Porque el que espera, tarde o temprano tiene lo que quiere, y quizá otro rumbo. Aunque aveces uno espere y espere, y la espera parezca interminable, increíblemente el hombre se pasa la vida esperando oportunidades como trenes en la estación, perdiendo oportunidades como esperanzas, porque la espera se hace cada véz mas larga. Porque las cosas que esperan nunca llegan, o eso creen por mirar un punto fijo.

 Que espero? Un colectivo. Hace 34 años que ya no pasa por estas calles.
Cada mañana con una taza de café me siento a esperar exactamente a las 10:00 am en punto, como lo hacía en aquel tiempo. Con parada en el destino de siempre, es secreta.
Colectivo de los sueños. Muchos no se atrevían a subir. Nunca se pudo mirar a las personas que iban a bordo porque siempre se ocultan tras las cortinas. Solo hace una parada al día y es largo como de 200 metros, tanto que al frenar en una parada, también lo hacia en otras a la vez. Vaya a saber donde iba... Un pueblo de mil habitantes hacía tres décadas y media.. quizá un poco menos, que nadie moría. Un pueblo muy salubre, por eso es que cuando el colectivo pasaba todos temían en su casa resguardados hasta que se valla, y quizá unas horas más hasta que se valla el olor al caño de escape. Decían que te adormecía.
De tantas tazas de café necesitaba dormir y lo que más esperaba era entrar en una especia de trance con mi conciencia y llegar al destino de la espera de mi subconciente. Mi futuro.
Pulmones desgastados de tanto humo de fábrica, 25 años trabajando para obtener todo lo que quise, esperando mi sueldo, y disfrutando de los gustos más esquistos de vivir. Pero todo tiene su tiempo, cuando uno esta satisfecho y ya pasó la etapa de espera, tiene todo lo que siempre soñó.  Ya no hay nada que esperar pero vale la pena esperar cosas que en el fondo, son inciertas, pero que vivimos con la esperanza ingenua de ser lo que soñamos. Sabér que hay despúes de esperar. Después de 70 años de espera, de trabajo, de lujos, de pobreza, de sacrificio y ambición.
 Ansío más la llegada del colectivo, porque mis huesos están débiles. Todos me dicen loca. Que deje de decir tonterías, la gente en la parada me mira raro, porque claro, el colectivo ya no pasa y la gente se cree inmortal, desde que en 1960 el colectivo pasó de largo y no lo vió nunca más nadie.
Un día, como tantos otros hace 34 años, Agarré mis cosas y fui a la parada, ansiando subirme al colectivo. y esperaba .. y esperaba, hasta que se vé una luz de fondo.. sisi. Era el colectivo. Las personas empezaron a adentrar en sus casas con mucho temor. El cielo se tornaba marrón con betas celestes tenues. Como tormentas de arena en el zahara luego de una lluvia sorpresiva. Pero...
De tanto esperar estaba cansada, ya no quería subirme al colectivo. Adelante había un taxi. Así que lo tomé. Estoy de vacaciones en la playa, quizá sean las ultimas antes de que el colectivo pase de nuevo. Pero antes quiero escribir un libro de como pude jugarle una mala pasada a la muerte.

Por que me cansé de esperar, y cuando llega no lo vemos o no lo sabemos valorar, Por que la muerte no es muerte, sino un cambio. Es dejar atrás una etapa y subirse a una nueva oportunidad para comenzar una diferente.. Las oportunidades no pasan, se perseveran. Se buscan.  Y hoy comenzé una diferente, pero sin depender del destino, sino por que me armé de valor porque yo soy dueña de mis cambios.

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