En este mundo virtual - dije una vez en una canción.
Y aca me encuentro, saciar mi sed es sinónimo de whatsap, aunque casi ni tenga comunicación. Necesito que sepan que aca estoy, que todavía pertenezco.
El 2.0 es el nuevo aquí y ahora, nos envuelve en la ilusión del amor perfecto y los mejores perfiles.
Sostener la vida real es tan abrumador que nos refugiamos bajo el mismo techo del WiFi, nuestro nuevo cable a tierra.
Salirse de ese sistema cada tanto y desconectarnos del celular nos recarga otras partes del cuerpo, como el alma y los pies.
Siento como explota en mi cabeza una lluvia de nuevas formas de comprenderlo todo, de mirar mas alla, justo en el detalle.
Las casualidades muchas veces vienen a abrirnos los ojos y nos forman a las patadas y puñetes. Y literal, a veces siento que las salgo a buscar.
Desconectarme de todos es normal en mi, aunque no en mi vida. Hay algo que no puedo sanar, o hay algo que no puedo ver, y todo me obliga a seguir hacia adelante tropezando una y otra vez con la misma piedra.
Los astros se me rien, dicen que como una chica tan solidaria puede quererse tan poco.
Me dejan desconectada nuevamente y me obligan a reflexionar, a escarbar mis dualidades mas profundas y a repreguntarme una y otra vez que es lo que realmente quiero para mi futuro.
Los miedos entran por la ventana y la abstinencia es cada vez mas fuerte, la mala sal me vino con la tecnología y con el amor que no es amor.
Me pierdo en el mismo punto fijo de la pantalla de la computadora una y otra vez, como si en algún momento pudiera recibir algún WhatsApp del pibe que me calienta o del que me paga por los packs.
Necesito actualizar mis historias y contarles por el cambio energético que estoy pasando, pero eso ya me paso.
Voy desentrañando el aprendizaje a medida que vivo, y con mucha suerte.
Balancearme sobre ese hilo sigue siendo peligroso y mortal, y aca estoy, sin celular y volviendo a redefinir mis aprendizajes, se que no estoy sola.
#Los días grises me dan esperanza.
Y aca me encuentro, saciar mi sed es sinónimo de whatsap, aunque casi ni tenga comunicación. Necesito que sepan que aca estoy, que todavía pertenezco.
El 2.0 es el nuevo aquí y ahora, nos envuelve en la ilusión del amor perfecto y los mejores perfiles.
Sostener la vida real es tan abrumador que nos refugiamos bajo el mismo techo del WiFi, nuestro nuevo cable a tierra.
Salirse de ese sistema cada tanto y desconectarnos del celular nos recarga otras partes del cuerpo, como el alma y los pies.
Siento como explota en mi cabeza una lluvia de nuevas formas de comprenderlo todo, de mirar mas alla, justo en el detalle.
Las casualidades muchas veces vienen a abrirnos los ojos y nos forman a las patadas y puñetes. Y literal, a veces siento que las salgo a buscar.
Desconectarme de todos es normal en mi, aunque no en mi vida. Hay algo que no puedo sanar, o hay algo que no puedo ver, y todo me obliga a seguir hacia adelante tropezando una y otra vez con la misma piedra.
Los astros se me rien, dicen que como una chica tan solidaria puede quererse tan poco.
Me dejan desconectada nuevamente y me obligan a reflexionar, a escarbar mis dualidades mas profundas y a repreguntarme una y otra vez que es lo que realmente quiero para mi futuro.
Los miedos entran por la ventana y la abstinencia es cada vez mas fuerte, la mala sal me vino con la tecnología y con el amor que no es amor.
Me pierdo en el mismo punto fijo de la pantalla de la computadora una y otra vez, como si en algún momento pudiera recibir algún WhatsApp del pibe que me calienta o del que me paga por los packs.
Necesito actualizar mis historias y contarles por el cambio energético que estoy pasando, pero eso ya me paso.
Voy desentrañando el aprendizaje a medida que vivo, y con mucha suerte.
Balancearme sobre ese hilo sigue siendo peligroso y mortal, y aca estoy, sin celular y volviendo a redefinir mis aprendizajes, se que no estoy sola.
#Los días grises me dan esperanza.
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