Me maquillo tapando defectos que no existen, queriendo tapar tristezas que sí lo hacen. Me peino, me visto, me miento. Elijo los zapatos, la cartera, los gestos. ¿Qué sonrisa me pongo hoy? Me miro al espejo y elijo una. «Bueno, esta sonrisa me queda mal», pienso, mientras elijo otra. Otro peinado. Más rubor. La palidez de la mañana desaparece con las ojeras del cansancio. La angustia de la noche también. Me disfrazo como se disfraza alguien que va a animar una fiesta infantil, pero yo sólo me voy a animar mi vida. En realidad, la vida de los otros.
«Estás siempre arreglada», «estás siempre riendo». Un trabajo bien hecho, o eso parece.
Uso maquillaje que le saco a mi mama y unas sonrisas que no sé de dónde saco. Me río de que lo extraño, me río porque no me sale, me río de que tengo miedo. Me río porque reírme es el maquillaje que oculta lo que realmente quiero esconder. Deberia ir a terapia para tratar los problemas que oculta mi sonrisa. Pero prefiero seguir simulando que esta todo bien.
Muchos diran que muestro alguien que no soy, soy quien quiero parecer. Mi sonrisa parece genuina, Pero atras de toda sonrisa mia siempre se encuentra una excusa para maquillarme una mejor.
Me maquillo y me río como quien pinta una casa llena de humedad. Pintala. Adentro está destruida de todos modos. Pero el barrio la ve linda, las visitas la ven linda, en las fotos sale linda. Y eso parece ser lo que importa. Hasta que un día, alguien le pegue fuerte a la casa, hasta que alguien me pegue fuerte, y todo se derrumbe. Cuesta mucho mantener cuidado el jardín que oculta la casa destruida.
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