martes, 29 de octubre de 2013

Me llamo María.

Miro la ventana y parece que el mundo se viene abajo, tristeza escondida en una sonrisa que fuerzo para que no me pregunten que me pasa.
 Me pasan los días por encima esperando que pase algo. Esperando que algo cambie. Que cambie el mundo o tan solo la fragancia del rocío del amanecer que me hace pensar que estoy condenada a la misma rutina de siempre y a las mismas personas que falsean en la cara todo el tiempo. 
No se que es peor, si fingirle a los demás que esta todo bien y que no me pasa nada o fingirme ami misma que que estoy bien para seguir adelante mientras me consume el humo de la melancolía y la impotencia de no poder hacer nada en un mundo ahogado en derrotas callejeras. Por que vivimos la guerra de la sociedad todos los días que nada en sus propios antidepresivos, por que no quieren ver la realidad, y la realidad es esta. Una guerra perdida que nos hace unos felices hipócritas momentáneos. O al menos, hasta que se valla el efecto.
Mi antidepresivo son besos que soñé y todavía no encuentro. Un humo que me hace nadar en mi propio mar de inspiración. Una flor sin espinas que relaja el dolor que me provoco yo misma al mirarme al espejo y ver que esa sonrisa es en realidad es la desconformidad mas grande del mundo. Un abrazo de luz. Un consuelo de una mariposa. Un libro sin portada con contenido inspirador. Un museo de mi vida, las fotos de mi cajón que me hacen acordar que mi sonrisa alguna vez si fue el motivo de mi propia droga. Un soma en pastilla de corazón que me da la felicidad que nadie llena, la satisfacción de sentirme plena y la esperanza de ganar esa guerra social. Pero al fin y al cabo, nos hace felices. Pero... Serán felices realmente?
Yo soy feliz, por que mi inspiración es mi propia droga, me sumerjo en las palabras y creo mi propia inyección momentánea. Pero como toda droga, hace mal. Y a mis escritos, aveces no los siento. 
Pero siento como penetra el humo del karma de la vida, un aire fresco y sensato que me devuelve el pulso y las ganas de sentir lo que no siento, al menos por un momento. Y asi es como soy mi propia droga consumida por una mayor. 
Me llamo maría y me consume la vida, me consume la calle, me consume la poesía y la naturalidad de crecer en medio de disturbios y guerras unipersonales que batallan un futuro en suburbios de la ciudad. Escribo en la tierra por que no tengo papel y me nutro de cosas malas pero que hacen bien. Mi clorofila es la tinta que penetra en tu garganta y florezco palabras que se secan con el sol cuando quema mi cara. Mi efecto poético y armonioso es la adicción de muchos. No soy mala, pero no te abuses de lo que puedo hacer. Por que como todo ser vivo soy difícil de soportar.
No te mientas, por que yo también lo hago. Creyéndome el centro del mundo cuando no me necesitan. Necesitan antidepresivos en sueños, para que cuando se levanten, se motiven por la esperanza y la voluntad propia. Pero necesito que prueben de mi y comparen. Soy arma de guerra en la calle y el mejor justificativo de actos mediocres. Soy usada para calificarte de guerrillero y "cualquier cosa" y abusan de mi cuando no es necesario. El efecto de mis palabras pueden drogarte por un rato, pero vas a tener que saber que es duro despedirte de mi. Soy el justificativo de los revolucionarios y el motivo de vivir de los que no tienen motivo. Soy la naturalidad que te levanta el animo y las ganas de pasar el rato. Soy la distorsión de tu conciencia para hacerte sentir libre.  La razón por la que me usas es el justificativo del porqué creen que soy mala.
Tu adicción puedo ser yo o alguna de mis hermanas. Pero NO ME USES COMO ARMA , SINO COMO ARGUMENTO SANO.

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